viernes, 2 de octubre de 2015

TEMA 6: Extensiones de archivos. Tipos e idoneidaD


Introducción

Si usamos varios programas para trabajar con nuestros textos, imágenes pixeladas o de bit, nos daremos cuenta de que en función del programa que usemos, al guardar veremos como cada uno de ellos tiene un nombre diferente; Así si estamos trabajando en photoshop será .PSD; Illustrator .AI etc…
Veremos como cada uno tiene unas características concretas y cada uno de ellos pesa de diferentes maneras. Es preciso conocer cada uno de ellos para entregar de manera apropiada a la imprenta, según lo que queramos hacer o imprimir.
Hace unos años, los programas eran de creadores distintos y había mayor conflicto a la hora de abrirlos en un programa u otro, así mismo también dependíamos de la versión y del sistema operativo, ya que los archivos para Windows no eran compatibles para Macintosh.

1. Extensiones nativas

Si trabajamos con un programa cualquiera, y lo guardamos en su correspondiente extensión diremos que su formato es nativo. Pero la mayoría de programas ya nos permiten guardar o exportar en otras extensiones como PDF.
Generalmente los formatos nativos nos permiten trabajar de manera exclusiva con el programa con el cual se han generado. Estos formatos son incompatibles con otros programas. Si creamos una imagen en Illustrator, dicha imagen podrá ser manipulada solamente en dicho programa o como mucho en otros del mismo fabricante. Son muy prácticos cuando se están realizando proyectos, que pueden requerir correcciones o manipulaciones constantes. Una vez finalizado el trabajo (y aceptado por el cliente) será necesario convertir a otro formato compatible con el programa de montaje de página.


El formato nativo más utilizado en el tratamiento de imágenes es el PSD que es el formato del programa Adobe Photoshop, este formato es compatible con algunas de las aplicaciones de Adobe como Illustrator e Indesign entre otras. Las imágenes que emplean capas deben ser obligatoriamente guardadas en este formato, ya que es el único que permite conservar dichas capas y realizar modificaciones en ellas; será necesario acoplar las capas para poder almacenar la imagen en otro formato.

2. TIFF

El uso de archivos TIFF es de un valor comparable al de los archivos PSD (si pensamos en la capacidad o características de almacenaje), o incluso al de los archivos JPG (si pensamos en todas las personas que desarrollan contenidos de imagen para la web).
La necesidad de usar archivos TIFF, no es solo la capacidad de poder guardar capas (incluso si son capas de ajuste, capas 3D, u objetos inteligentes), canales, y otras muchas características útiles en el trabajo con imágenes en Adobe Photoshop, sino que también hay que saber que las transparencias almacenadas en cualquiera de sus capas pueden ser practicables, visibles, e imprimibles en una aplicación de maquetación como Adobe InDesign, incluso si son transparencias blandas o caladas, y esto ya es mucho más importante.
Tengamos en cuenta, si seguimos hablando de la necesidad de usar archivos TIFF, que la reunión de tantas y tan dispares características, hacen de este formato de archivo el ideal en cada caso, ya que es capaz de guardar cada una de dichas características en su formato nativo original, pudiendo ser editadas posteriormente para acceder a todos los datos originales que hubieran sido creados por el usuario o preservados de la imagen tratada.
Ya habrá tiempo de acoplar y perder todas esas características posteriormente para adaptar el resultado contenido en el archivo a cualquier otro tipo de salida (como en el caso de las salidas web), o sencillamente evitar que cualquier empaquetado de InDesign llegue a ocupar demasiado espacio en los servidores de la empresa. Pero de momento seguimos teniendo la capacidad de hacer cualquier cosa con nuestro documento, incluso retroceder hasta su versión original más antigua.
LZW: Posiblemente el mayor de los valores de cualquier archivo TIFF no sea ninguna de las características mencionadas en este artículo, sino la capacidad de poder efectuar compresión no destructiva sobre todos esos mismos contenidos sin hacer que pierdan la más mínima cantidad de su calidad original.
Los documentos TIFF nos ofrecen cuatro opciones diferentes a la hora de escoger el modelo de compresión aplicable a ellos mismos. En primer lugar, programas como Adobe Photoshop, nos ofrece no aplicar ningún tipo de compresión al documento TIFF (opción “ninguno”), haciendo de esta manera, que el documento ocupe “su ancho natural”, es decir, la cantidad matemática exacta de megabytes en base a su tamaño (en centímetros), resolución, modo de color y cantidad (y tipo) de capas de las que está compuesto dicho archivo.

Las otras tres opciones restantes son las que realmente aplican compresión al documento (“LZW”, “ZIP” y “JPG”). Por motivos lógicos voy a descartar la compresión JPG para archivos TIFF, ya que este sí es un modelo de compresión destructivo, y también descartaré la compresión en ZIP, ya que lo único que conseguiría es que muchos flujos de trabajo dieran errores al intentar procesar este tipo de documentos, o que aplicaciones de maquetación y composición de páginas también se comportasen de manera impredecible.
Sin duda, la necesidad de usar archivos TIFF, pasa obligatoriamente por comprimirlos mediante la opción que dice “LZW”. Éste es un formato de compresión no destructivo (y esto es lo más importante para mi), que si bien no consigue ratios de compresión tan elevados como JPG, sí que nos permite un almacenado de todo tipo de contenidos sin pérdidas de calidad, ya que en ningún caso realiza la compresión hallando medias de color, o restando características de aquí o allá, sino que sencillamente se limita a no guardar datos repetidos en ningún lugar de la imagen. Gracias a esta forma de trabajar, todos los contenidos pueden seguir conservando apariencias y calidades exactamente idénticas a las originales.
Ante esta situación es muy probable que haya personas que se pregunten sobre la necesidad de usar archivos TIFF o seguir guardando sus imágenes en formato PSD. Pues para mi la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: jamás guardo documentos en formato PSD. ¿Y por qué?, pues por estos motivos:
Puedo guardar todo tipo de contenidos igualmente: capas de ajuste, objetos 3D, inteligentes, capas de vídeo, canales alfa, tintas planas, trazados de recorte, composiciones de capas y un largo etcétera de características.
Se comprime más que el documento PSD.
La compresión (de igual manera que en el documento PSD) no es destructiva.
Las transparencias tienen la misma calidad y efectividad.
Sólo hay un caso en el que, aunque tuviera la necesidad de usar archivos TIFF no podría, y sería el caso en que me viera obligado a jugar con la visibilidad de sus capas desde Adobe InDesign, o incluso con las propias Composiciones de Capas que podría llevar incrustadas. Entonces, y sólo entonces, tendría que usar el formato PSD. Pero si no es por este motivo, recordad: usad siempre archivos en TIFF con compresión LZW, sino no vale la pena.

3. Formato EPS

Se conocen como ficheros PostScript encapsulados y se utilizan para definir tanto imágenes como gráficos y otros elementos de la página. Utilizan técnicas de almacenamiento vectorial lo que suele generar mayor volumen de información (al guardar información complementaria del fichero).
Este formato es imprescindible para el almacenamiento de las imágenes en modo monotono, bitono, tritono y cuatritono generadas en Adobe Photoshop, para su posterior incorporación en las páginas elaboradas en QuarkXPress y para guardar los trazados de recorte.
No obstante, ahora las imágenes vectorizadas de illustrator o Corel, suelen mandarse en PDF a imprenta, ya que este se puede editar en el propio programa. El eps ya se usa poco en la industria.

4. Formatos de comprensión de imágenes: LZW y JPEG

Ya hemos mencionado anteriormente la compresión de archivos. Esta técnica permite reducir el volumen de un fichero comprimiendo los datos guardados, con lo que su almacenamiento requerirá menor espacio y la transmisión por red será más rápida. Hay dos tipos de compresión de archivos: la compresión sin pérdida (LZW) que realiza una compresión menor de la imagen (salvo en imágenes de 1 bit que es bastante notable) sin perder calidad en la imagen; y la compresión con pérdida (JPEG) que permite elegir entre calidad y grado de compresión, a mayor compresión (menor tamaño de fichero) menor calidad tendrá la imagen y viceversa.
Las técnicas de compresión de imágenes, si bien son imprescindibles en el tratamiento de imágenes para diseño Web y multimedia son totalmente desaconsejadas en la industria gráfica ya que la calidad de la imagen se puede ver muy afectada al realizar la compresión.

5. Formato PDF

Nos podemos encontrar con una pregunta muy frecuente, ¿es correcto que un PDF de una página A4 pesara tan solo 8 MB?. «Pero si dentro de esa página hay una imagen que pesa 80 MB, ¿cómo puede ser que pese tan poco el PDF?». La verdad es que esta es una de las razones de ‘peso’ por las que vale la pena enviar un PDF a la imprenta. No es lo mismo enviar un PDF de 8 MB adjunto en un mail que tener que subir 80 MB en la nube y luego generar un link de descarga.
En pocas palabras, el motor de generación de PDF de Adobe remuestrea esa imagen para quitarle toda la información sobrante y además comprime, con lo que si elegimos la opción de PDFX obtendremos un PDF con el material necesario para que sea impreso. Si tiene mucha más resolución nos quitará el sobrante y si en nuestro documento solo hay una parte de una imagen muy grande, todo lo que sobre también lo eliminará.
Esta opción es una de las múltiples cosas que al hacer un PDFX, el estándar para artes gráficas, nos brinda este motor de generación de PDF de Adobe.
¿Y qué otras sorpresitas me puedo encontrar?
1. También nos convertirá a CMYK y al perfil deseado, si la opción que marcamos es PDF-X1a o, si marcamos PDF-X3, dejará el espacio de color que nosotros tenemos. Cosa muy útil si tenemos pantones, por ejemplo para packaging, pero con la que hemos de tener mucho cuidado si trabajamos con imágenes RGB u otros espacios de color.
2. Incrustará en el PDF toda la información necesaria en cuanto a tipografías, ni más ni menos, solo lo necesario, para que sea impreso.
3. Eliminará todas las opciones multimedia que pueda tener nuestro archivo.
Si el trabajo es de poca complejidad y tenemos muy claro cómo va a ser la impresión del trabajo, no tendremos problemas. Debemos hacer un PDF y seremos dueños del destino de esa impresión. Ahorraremos mucho tiempo en aperturas y control de documentos e imágenes y aseguraremos la calidad.
Si, por el contrario, consideramos que el trabajo es complejo, lo mejor será hablar con la imprenta y que nos explique cómo quiere ese PDF.
Por último, siempre queda la opción de enviar el documento en Illustrator o InDesign y adjuntar imágenes y tipografías (si no las convertimos en vector) y rezar para que la persona que lo abra no cometa ningún error. En este caso, una validación posterior por parte de la imprenta será necesaria, bien en PDF o bien mediante prueba impresa.

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