Introducción
Si
usamos varios programas para trabajar con nuestros textos, imágenes
pixeladas o de bit, nos daremos cuenta de que en función del
programa que usemos, al guardar veremos como cada uno de ellos tiene
un nombre diferente; Así si estamos trabajando en photoshop será
.PSD; Illustrator .AI etc…
Veremos
como cada uno tiene unas características concretas y cada uno de
ellos pesa de diferentes maneras. Es preciso conocer cada uno de
ellos para entregar de manera apropiada a la imprenta, según lo que
queramos hacer o imprimir.
Hace
unos años, los programas eran de creadores distintos y había mayor
conflicto a la hora de abrirlos en un programa u otro, así mismo
también dependíamos de la versión y del sistema operativo, ya que
los archivos para Windows no eran compatibles para Macintosh.
1. Extensiones nativas
Si
trabajamos con un programa cualquiera, y lo guardamos en su
correspondiente extensión diremos que su formato es
nativo.
Pero la mayoría de programas ya nos permiten guardar o exportar en
otras extensiones como PDF.
Generalmente
los formatos nativos nos permiten trabajar de manera exclusiva con el
programa con el cual se han generado. Estos formatos son
incompatibles con otros programas. Si creamos una imagen en
Illustrator, dicha imagen podrá ser manipulada solamente en dicho
programa o como mucho en otros del mismo fabricante. Son
muy prácticos cuando se están realizando proyectos, que pueden
requerir correcciones o manipulaciones constantes. Una vez finalizado
el trabajo (y aceptado por el cliente) será necesario convertir a
otro formato compatible con el programa de montaje de página.
El
formato nativo más utilizado en el tratamiento de imágenes es el
PSD que es el formato del programa Adobe Photoshop, este formato es
compatible con algunas de las aplicaciones de Adobe como Illustrator
e Indesign entre otras. Las imágenes que emplean capas deben ser
obligatoriamente guardadas en este formato, ya que es el único que
permite conservar dichas capas y realizar modificaciones en ellas;
será necesario acoplar las capas para poder almacenar la imagen en
otro formato.
2. TIFF
El
uso de archivos TIFF es de un valor comparable al de los archivos PSD
(si pensamos en la capacidad o características de almacenaje), o
incluso al de los archivos JPG (si pensamos en todas las personas que
desarrollan contenidos de imagen para la web).
La
necesidad de usar archivos TIFF, no
es solo la capacidad de poder guardar
capas (incluso si son capas de ajuste, capas 3D, u objetos
inteligentes), canales, y otras muchas características útiles en el
trabajo con imágenes en Adobe Photoshop,
sino que también hay que saber que las transparencias almacenadas en
cualquiera de sus capas pueden ser practicables, visibles, e
imprimibles en una aplicación de maquetación como Adobe InDesign,
incluso si son transparencias blandas o caladas, y esto ya es mucho
más importante.
Tengamos
en cuenta, si seguimos hablando de la necesidad de usar archivos
TIFF, que la reunión de tantas y tan dispares características,
hacen de este formato de archivo el ideal en cada caso, ya que es
capaz de guardar cada una de dichas características en su formato
nativo original, pudiendo ser editadas posteriormente para acceder a
todos los datos originales que hubieran sido creados por el usuario o
preservados de la imagen tratada.
Ya
habrá tiempo de acoplar y perder todas esas características
posteriormente para adaptar el resultado contenido en el archivo a
cualquier otro tipo de salida (como en el caso de las salidas web), o
sencillamente evitar que cualquier empaquetado de InDesign llegue a
ocupar demasiado espacio en los servidores de la empresa. Pero de
momento seguimos teniendo la capacidad de hacer cualquier cosa con
nuestro documento, incluso retroceder hasta su versión original más
antigua.
LZW:
Posiblemente el mayor de los valores de cualquier archivo TIFF no sea
ninguna de las características mencionadas en este artículo, sino
la capacidad de poder efectuar compresión no destructiva sobre todos
esos mismos contenidos sin hacer que pierdan la más mínima cantidad
de su calidad original.
Los
documentos TIFF nos ofrecen cuatro opciones diferentes a la hora de
escoger el modelo de compresión aplicable a ellos mismos. En
primer lugar, programas como Adobe Photoshop, nos ofrece no aplicar
ningún tipo de compresión al documento TIFF (opción “ninguno”),
haciendo de esta manera, que el documento ocupe “su ancho natural”,
es decir, la cantidad matemática exacta de megabytes en base a su
tamaño (en centímetros), resolución, modo de color y cantidad (y
tipo) de capas de las que está compuesto dicho archivo.
Las
otras tres opciones restantes son las que realmente aplican
compresión al documento
(“LZW”, “ZIP” y “JPG”). Por
motivos lógicos voy a descartar la compresión JPG para archivos
TIFF, ya que este sí es un modelo de compresión destructivo, y
también descartaré la compresión en ZIP, ya que lo único que
conseguiría es que muchos flujos de trabajo dieran errores al
intentar procesar este tipo de documentos, o que aplicaciones de
maquetación y composición de páginas también se comportasen de
manera impredecible.
Sin
duda, la necesidad de usar archivos TIFF, pasa obligatoriamente por
comprimirlos mediante la opción que dice “LZW”. Éste es un
formato de compresión no destructivo
(y esto es lo más importante para mi), que si bien no consigue
ratios de compresión tan elevados como JPG, sí que nos permite un
almacenado de todo tipo de contenidos sin pérdidas de calidad, ya
que en ningún caso realiza la compresión hallando medias de color,
o restando características de aquí o allá, sino que sencillamente
se limita a no guardar datos repetidos en ningún lugar de la imagen.
Gracias a
esta forma de trabajar, todos los contenidos pueden seguir
conservando apariencias y calidades exactamente idénticas a las
originales.
Ante
esta situación es muy probable que haya personas que se pregunten
sobre la necesidad de usar archivos TIFF o seguir guardando sus
imágenes en formato PSD. Pues para mi la respuesta a esta pregunta
es muy sencilla: jamás guardo documentos en formato PSD. ¿Y por
qué?, pues por estos motivos:
Puedo
guardar todo tipo de contenidos igualmente: capas de ajuste, objetos
3D, inteligentes, capas de vídeo, canales alfa, tintas planas,
trazados de recorte, composiciones de capas y un largo etcétera de
características.
Se comprime más que el
documento PSD.
La compresión (de igual
manera que en el documento PSD) no es destructiva.
Las transparencias tienen
la misma calidad y efectividad.
Sólo
hay un caso en el que, aunque tuviera la necesidad de usar archivos
TIFF no podría, y sería el caso en que me viera obligado a jugar
con la visibilidad de sus capas desde Adobe InDesign, o incluso con
las propias Composiciones de Capas que podría llevar incrustadas.
Entonces, y sólo entonces, tendría que usar el formato PSD.
Pero si no es por este motivo, recordad: usad siempre archivos en
TIFF con compresión LZW, sino no vale la pena.
3. Formato EPS
Se
conocen como ficheros PostScript encapsulados y se utilizan para
definir tanto imágenes como gráficos y otros elementos de la
página. Utilizan técnicas de almacenamiento vectorial lo que suele
generar mayor volumen de información (al guardar información
complementaria del fichero).
Este
formato es imprescindible para el almacenamiento de las imágenes en
modo monotono, bitono, tritono y cuatritono generadas en Adobe
Photoshop, para su posterior incorporación en las páginas
elaboradas en QuarkXPress y para guardar los trazados de recorte.
No
obstante, ahora las imágenes vectorizadas de illustrator o Corel,
suelen mandarse en PDF a imprenta, ya que este se puede editar en el
propio programa. El eps ya se usa poco en la industria.
4. Formatos de comprensión de imágenes: LZW y JPEG
Ya
hemos mencionado anteriormente la compresión de archivos. Esta
técnica permite reducir el volumen de un fichero comprimiendo los
datos guardados, con lo que su almacenamiento requerirá menor
espacio y la transmisión por red será más rápida. Hay dos tipos
de compresión de archivos: la compresión sin pérdida (LZW) que
realiza una compresión menor de la imagen (salvo en imágenes de 1
bit que es bastante notable) sin perder calidad en la imagen; y la
compresión con pérdida (JPEG) que permite elegir entre calidad y
grado de compresión, a mayor compresión (menor tamaño de fichero)
menor calidad tendrá la imagen y viceversa.
Las
técnicas de compresión de imágenes, si bien son imprescindibles en
el tratamiento de imágenes para diseño Web y multimedia son
totalmente desaconsejadas en la industria gráfica ya que la calidad
de la imagen se puede ver muy afectada al realizar la compresión.
5. Formato PDF
Nos podemos encontrar con
una pregunta muy frecuente, ¿es correcto que
un PDF de una página A4 pesara tan solo 8 MB?.
«Pero si dentro de esa página hay una imagen que pesa 80 MB, ¿cómo
puede ser que pese tan poco el PDF?». La verdad es que esta es una
de las razones de ‘peso’ por las que vale la pena enviar un PDF a
la imprenta. No es lo mismo enviar un PDF de 8
MB adjunto en un mail que tener que subir 80 MB en la nube y luego
generar un link de descarga.
En
pocas palabras, el motor de generación de PDF de Adobe remuestrea
esa imagen para quitarle toda la información sobrante y además
comprime, con lo que si elegimos
la opción de PDFX obtendremos un PDF con el material necesario para
que sea impreso. Si tiene mucha más resolución nos quitará el
sobrante y si en nuestro documento solo hay una parte de una imagen
muy grande, todo lo que sobre también lo eliminará.
Esta opción es una de
las múltiples cosas que al hacer un PDFX, el estándar para artes
gráficas, nos brinda este motor de generación de PDF de Adobe.
¿Y qué otras sorpresitas
me puedo encontrar?
1.
También nos convertirá a CMYK y al perfil deseado, si la opción
que marcamos es PDF-X1a
o, si marcamos PDF-X3,
dejará el espacio de color que nosotros tenemos. Cosa muy útil si
tenemos pantones, por ejemplo para packaging, pero con la que hemos
de tener mucho cuidado si trabajamos con imágenes RGB u otros
espacios de color.
2.
Incrustará en el PDF toda la información necesaria en cuanto a
tipografías, ni más ni menos, solo lo necesario, para que sea
impreso.
3.
Eliminará todas las opciones multimedia que pueda tener nuestro
archivo.
Si el trabajo es de poca
complejidad y tenemos muy claro cómo va a ser la impresión del
trabajo, no tendremos problemas. Debemos hacer un PDF y seremos
dueños del destino de esa impresión. Ahorraremos mucho tiempo en
aperturas y control de documentos e imágenes y aseguraremos la
calidad.
Si, por el contrario,
consideramos que el trabajo es complejo, lo mejor será hablar con la
imprenta y que nos explique cómo quiere ese PDF.
Por último, siempre queda
la opción de enviar el documento en Illustrator o InDesign y
adjuntar imágenes y tipografías (si no las convertimos en vector) y
rezar para que la persona que lo abra no
cometa ningún error. En este caso, una validación posterior por
parte de la imprenta será necesaria, bien en PDF o bien mediante
prueba impresa.
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